miércoles, 5 de diciembre de 2012

                           COMENTARIO HIDROGRAFÍA





En este mapa de la península ibérica se pueden observar las cuencas hidrográficas de la misma, junto con los grandes ríos y sus afluentes más trascendentales.
La red fluvial en general, y la española en particular, está condicionada fundamentalmente por cuatro factores:
a-   El relieve.
b-  Las precipitaciones.
c-   El régimen de las mismas.
d-  La vegetación.
El relieve es una variable esencial para explicar la dirección y escorrentía de las cuencas hidráulicas. Con el Plegamiento Alpino, se produjo un basculamiento de la meseta (anteriormente los ríos más importantes desembocaban en el mar de Tetis). A partir de la Era Terciaria los ríos más significativos del país (excepto en Ebro) parten del Sistema Ibérico y la Sierra de Segura, y desembocan en el océano Atlántico; por lo tanto son mucho más largos. Mientras que los de la fachada cantábrica y mediterránea son más cortos y de pendiente más acusada.
La naturaleza de los suelos (especialmente su permeabilidad o impermeabilidad), es otro elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, el Guadiana desaparece en los terrenos calizos de la submeseta sur, para emerger nuevamente en las famosas Lagunas de Ruidera.
En resumen, existe una clara disimetría: la vertiente atlántica posee los ríos más importantes (Mino, Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir), mientras que la Mediterránea, excepto el Ebro, es mucho más exigua.
Con respecto a las precipitaciones, se observa una diferencia palmaria entre los ríos del norte de España, caudalosos, cortos, regulares y con importante escorrentía. Por el contrario, los ríos mediterráneos son poco caudalosos, muy irregulares (en muchos casos se trata de ramblas), con fuertes estiajes a causa de la sequía estival, y una evapotranspiración intensa.
En cuanto al tipo de régimen, al estar la península ibérica situada en las latitudes más bajas de la zona templada, destaca el régimen de tipo pluvial, exceptuando algunos lugares de las cuencas hidrográficas avenadas por ríos de alta montaña, que poseen un carácter típicamente nival (caso del Gállego). Consecuentemente, hallaremos regímenes mixtos, bien de tipo nivo-pluvial o pluvio-nival, en función de la mayor importancia de las aguas procedentes del deshielo (Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir).
El tapiz vegetal es una de las variables más importantes, ya que permite retener el agua de lluvia, devolverla más lentamente a los cauces de los ríos y evitar los procesos erosivos a causa de la acción hídrica. Siendo los ríos mediterráneos más irregulares, donde las grandes crecidas se producen sobre suelos prácticamente desnudos, su capacidad erosiva es mucho mayor que los ríos del norte, en donde la vegetación dulcifica el proceso erosivo, ya que el agua de lluvia alcanza más lentamente los cauces de los ríos.

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