martes, 18 de diciembre de 2012

GESTIÓN DE RESIDUOS INDUSTRIALES

Residuos industriales
La industria genera una gran cantidad de residuos muchos de los cuales son recuperables. El problema está en que las técnicas para aprovechar los residuos y hacerlos útiles son caras y en muchas ocasiones no compensa económicamente hacerlo. De todas formas, está aumentando la proporción de residuos que se valorizan para usos posteriores.

Residuos industriales inertes y asimilables a los RSU
Los residuos inertes son escombros, gravas, arenas y demás materiales que no presentan riesgo para el ambiente. Hay dos posibles tratamientos para estos materiales: reutilizarlos como relleno en obras públicas o construcciones o depositarlos en vertederos adecuados. El principal impacto negativo que pueden producir es el visual, por o que se debe usar lugares adecuados, como canteras abandonadas o minas al aire libre y se deben recubrir con tierra y plantas para reconstruir el paisaje.
Los residuos similares a los sólidos urbanos que se producen en las industrias suelen ser recogidos y tratados de forma similar al resto de los RSU. 
Residuos peligrosos
Son las sustancias que son inflamables, corrosivastóxicas o pueden producir reacciones químicas, cuando están en concentraciones que pueden ser peligrosas para la salud o para el ambiente. 
El impacto negativo de estas sustancias se ve agravado cuando son difíciles de degradar en la naturaleza. Los ecosistemas naturales están muy bien preparados, por millones de años de evolución, para asimilar y degradar las sustancias naturales. Siempre hay algún tipo de microorganismo o de proceso bioquímico que introduce en los ciclos de los elementos las moléculas. Pero en la actualidad se sintetizan miles de productos que nunca habían existido antes y algunos de ellos, como es el caso de los CFC, DDT, muchos plásticos, etc. permanecen muchos años antes de ser eliminados. Además al salir tantas moléculas nuevas cada año, aunque se hacen ensayos cuidadosos para asegurar que se conocen bien sus características, no siempre se sabe bien que puede suceder con ellos a medio o largo plazo.
Otro hecho que aumenta el daño es la bioacumulación que se produce en sustancias, como algunos pesticidas del grupo del DDT. En otras ocasiones los residuos se transforman en sustancias más tóxicas que ellos mismos. 

Producción de residuos peligrosos
La industria que contribuye más a la producción de este tipo de residuos, en España, es la química, responsable de alrededor de un tercio de todos los que se generan (ver Lindano). Después se sitúan la del automóvil (11%), la metalurgia (10%), seguidas por la industria papelera, alimentaria y de la piel.
Las zonas que más residuos de este tipo producen son, lógicamente, las más industrializadas, con Cataluña (24%), País Vasco (16%), Asturias (15%) y Galicia (15%). Alrededor de un tercio de los residuos peligrosos que se producen son eliminados en el mismo lugar de su formación por las empresas productoras.

Gestión
La primera medida que se debe considerar siempre es si es posible generar menos residuos o aprovecharlos en otros procesos de fabricación. Continuamente están saliendo nuevas tecnologías que permiten fabricar con menor producción de residuos, lo que tiene la ventaja de que los costes se reducen porque se desperdicia menos materia prima y no hay que tratar tanto residuo. En la actualidad, en la mayor parte de los sectores industriales, existen tecnologías limpias y el problema es más de capacidad de invertir de las empresas y de formación en los distintos grupos de trabajadores que de otro tipo. Muchas empresas están reduciendo llamativamente la emisión de contaminantes y la generación de residuos, ahorrándose así mucho dinero.
Pero al final de los procesos industriales siempre se generan más o menos residuos. Con la tecnología actual sería posible reducir el impacto negativo de cualquier contaminante a prácticamente cero. Pero hacerlo así en todos los casos sería tan caro que paralizaría otras posibles actividades. Por eso, en la gestión de los residuos tóxicos se busca tratarlos y almacenarlos de forma que no resulten peligrosos, dentro de un costo económico proporcionado. Esto se consigue con diversos procedimientos, dependiendo de cual sea el tipo de residuo. Así tenemos:
    Tratamientos físicos, químicos y biológicos.- Consiste en someter al residuo a procesos físicos (filtrado, centrifugado, decantado, etc.); biológicos (fermentaciones, digestiones por microorganismos, etc.) o químicos (neutralizaciones, reacciones de distinto tipo). De esta forma se consigue transformar el producto tóxico en otros que lo son menos y se pueden llevar a vertederos o usar como materia prima para otros procesos. Las plantas de tratamiento tienen que estar correctamente diseñadas para no contaminar con sus emisiones.Incineración.- Quemar los residuos en incineradoras especiales suele ser el método mejor, cuando se hace con garantías, de deshacerse de los residuos tóxicos. Disminuye su volumen drásticamente y, además permite obtener energía en muchos casos. Sus aspectos negativos están en las emisiones de gases y en las cenizas que se forman. Tanto unos como otros suelen ser tóxicos y no pueden ser echados a la atmósfera sin más o vertidos en cualquier sitio.
    Vertido.- Al final de todos los procesos siempre hay materias que hay que depositar en un vertedero para dejarlas allí acumuladas. Esta es una parte especialmente delicada del proceso. Los vertederos de seguridad deben garantizar que no se contaminan las aguas subterráneas o superficiales, que no hay emisiones de gases o salida de productos tóxicos y que las aguas de lluvia no entran en el vertido, porque luego tendrían que salir y lo harían cargadas de contaminantes. En la práctica esto es muy difícil de realizar, aunque se han realizado progresos en el diseño de estos vertederos.

    Uso de naciones del tercer mundo para depositar los residuos

    Una de las cuestiones menos claras en la gestión de residuos es la práctica de algunos países industrializados de mandar residuos tóxicos y peligrosos a otros países, normalmente, poco desarrollados. Algunos residuos se exportan para su legítimo tratamiento y reciclaje, pero en otros casos es simplemente porque es más barato que tratarlos adecuadamente y en el país que los recibe no existen las trabas y limitaciones que en el que envía. 
    A veces los países que a los que se envían ni siquiera saben que los están recibiendo. Así sucedió, por ejemplo, en los años ochenta en los que una empresa italiana llevó 8000 barriles llenos del peligroso tóxico PCB a Nigeria sin el permiso del Gobierno de aquel país. Cuando se enteraron se sintieron ofendidos, lógicamente, y exigieron a Italia la recogida de los barriles. El barco Karin B los cargó e intentó, sin éxito, dejarlos en cinco países europeos, hasta que tuvo que devolverlos a Italia.
    El Convenio Internacional de Basilea (1992), al que se han adherido la mayoría de los países, ha limitado fuertemente estas prácticas.
      

miércoles, 5 de diciembre de 2012

                           COMENTARIO HIDROGRAFÍA





En este mapa de la península ibérica se pueden observar las cuencas hidrográficas de la misma, junto con los grandes ríos y sus afluentes más trascendentales.
La red fluvial en general, y la española en particular, está condicionada fundamentalmente por cuatro factores:
a-   El relieve.
b-  Las precipitaciones.
c-   El régimen de las mismas.
d-  La vegetación.
El relieve es una variable esencial para explicar la dirección y escorrentía de las cuencas hidráulicas. Con el Plegamiento Alpino, se produjo un basculamiento de la meseta (anteriormente los ríos más importantes desembocaban en el mar de Tetis). A partir de la Era Terciaria los ríos más significativos del país (excepto en Ebro) parten del Sistema Ibérico y la Sierra de Segura, y desembocan en el océano Atlántico; por lo tanto son mucho más largos. Mientras que los de la fachada cantábrica y mediterránea son más cortos y de pendiente más acusada.
La naturaleza de los suelos (especialmente su permeabilidad o impermeabilidad), es otro elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, el Guadiana desaparece en los terrenos calizos de la submeseta sur, para emerger nuevamente en las famosas Lagunas de Ruidera.
En resumen, existe una clara disimetría: la vertiente atlántica posee los ríos más importantes (Mino, Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir), mientras que la Mediterránea, excepto el Ebro, es mucho más exigua.
Con respecto a las precipitaciones, se observa una diferencia palmaria entre los ríos del norte de España, caudalosos, cortos, regulares y con importante escorrentía. Por el contrario, los ríos mediterráneos son poco caudalosos, muy irregulares (en muchos casos se trata de ramblas), con fuertes estiajes a causa de la sequía estival, y una evapotranspiración intensa.
En cuanto al tipo de régimen, al estar la península ibérica situada en las latitudes más bajas de la zona templada, destaca el régimen de tipo pluvial, exceptuando algunos lugares de las cuencas hidrográficas avenadas por ríos de alta montaña, que poseen un carácter típicamente nival (caso del Gállego). Consecuentemente, hallaremos regímenes mixtos, bien de tipo nivo-pluvial o pluvio-nival, en función de la mayor importancia de las aguas procedentes del deshielo (Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir).
El tapiz vegetal es una de las variables más importantes, ya que permite retener el agua de lluvia, devolverla más lentamente a los cauces de los ríos y evitar los procesos erosivos a causa de la acción hídrica. Siendo los ríos mediterráneos más irregulares, donde las grandes crecidas se producen sobre suelos prácticamente desnudos, su capacidad erosiva es mucho mayor que los ríos del norte, en donde la vegetación dulcifica el proceso erosivo, ya que el agua de lluvia alcanza más lentamente los cauces de los ríos.

                   COMENTARIO CLIMAS DE ESPAÑA




Nos hallamos ante un mapa corocromático de España, en el que se puede observar su distribución climática.
Los números 2, 5 y 14 (colores  verde-oscuro y violeta, respectivamente) reflejan climas de alta montaña, que se reparten por toda la geografía peninsular: Macizo Galaico-Leonés, Cordillera cantábrica, Pirineos, Cordillera ibérica, Sistema central, Cordilleras Béticas y el Teide. Se trata de climas con inviernos rigurosos. Según Köppen nos hallamos ante climas de tipo D. Gran parte de las precipitaciones invernales son en forma de nieve.
Los números 1, 3 y 4 hacen referencia al clima templado frío oceánico. Según Köppen se trata de los climas Cfb. Sus características más peculiares es la abundante pluviosidad a lo largo de todo el año. No hay sequía estival, ningún mes supera los 22 grados. Es el clima característico de la cornisa cantábrica, y se extiende por la franja costera galaica, hasta las rías bajas gallegas.
El clima número 8 puede calificarse, pese a su carácter mediterráneo, como templado-frío continental con estación seca. Su temperatura media anual es ligeramente inferior, ningún mes supera los 22 grados. Según Köppen se trataría de un clima Csb. Este clima, en su versión más continentalizada se convierte en un clima de tipo estepario (número 12). Según Köppen, se trataría de un clima BSk. Este clima se caracteriza por una marcada aridez, y una mayor amplitud térmica. Abarcaría el centro de la depresión del Ebro (desierto de las Bárdenas y los Monegros), y la Mancha albaceteña.
Por su parte, el clima Csb abarcaría básicamente Castilla-León y la parte norte de la depresión del Ebro.
Los climas meridionales de la Península Ibérica continentalizados vienen representados por los números 9 y 10. La continentalidad se traduce, en líneas generales, en una mayor oscilación térmica y un descenso de las precipitaciones, casi siempre inferiores a los 500 litros.
El número 6, representa el clima mediterráneo oceánico. Según Köppen, es un clima Csa1. Abarca toda la franja costera del ámbito mediterráneo, desde Huelva hasta Gerona. Su característica primordial es su escasa amplitud térmica. Los inviernos son muy suaves, desde el punto de vista térmico, y los veranos no son excesivamente calurosos.
Por último, en España nos hallamos ante climas de tipo desértico. Se trata de desiertos cálidos, tales son los casos del Sureste Peninsular (costa almeriense), y sobre todo de gran parte de las islas Canarias. Según Köppen, son climas de tipo BWh.

PLEGAMIENTO HERCINIANO EN LA PENÍNSULA 



       Nos hallamos ante un mapa corocromático, perteneciente a las unidades morfoestructurales de la Península Ibérica y parte de África al final de la Era Primaria.
En este mapa geológico se contempla un paleomar, denominado mar de Tetis, en cuyas mayores profundidades se emplaza un gran geosinclinal, este paleomar baña las costas de cuatro grandes unidades morfoestructurales que se observan en el mapa:

- El macizo Galaico-Duriense, que comprende la actual fachada occidental de la península ibérica, es decir, Galicia, parte occidental de Asturias, Portugal, parte occidental de la meseta norte, Extremadura y Sierra Morena.
-  El macizo Catalano-Balear, que deriva hacia en suroeste.
- El mazizo del Ebro, que acabará por convertirse en la depresión del mismo nombre, y que se halla situado en la parte oriental del mapa.
-  El macizo de Aquitania, en la parte más septentrional del mapa.

Al finalizar la Era Primaria, entre el período carbonífero y pérmico se produjo el paroxismo que iba a transformar la configuración del territorio peninsular. Del seno de los mares que cubrían la mayor parte de la Península surgieron las cadenas de montañas pertenecientes al sistema herciniano europeo. El paroxismo principal ocurrió en el transcurso del período Carbonífero, al principio del cual la sedimentación marina, que había dominado hasta entonces, fue sustituida por sedimentos continentales (conglomerados, areniscas, pizarras, etc) con lechos de carbón, abundantes en Asturias, Sierra Morena, etc.

Concomitante con el paroxismo herciniano se produjo un activo magmatismo que dio lugar a la erupción de potentes masas de rocas plutónicas, principalmente de tipo granítico. Asimismo en las profundidades del geosinclinal, gracias a las elevadas temperaturas y presiones reinantes, los sedimentos depositados en él se transformaron en rocas cristalinas de elevado grado de metamorfismo (gneis, pizarras, etc). Se produce la base de la riqueza minera de la Península.